La muerte del Chacho Songtext
von Jorge Cafrune
La muerte del Chacho Songtext
Cuente la copla de pueblo,
La muerte de Peñaloza.
Desarmado lo mataron,
Así, nomás, es la cosa.
(Romance)
Yo he visto gemir al tigre,
Y vi llorar al quebracho,
Han de dejar que les cuente
Cómo mataron al Chacho.
Como varón se sostuvo
De la cabeza a los pies,
Finó el doce de noviembre
Del año sesenta y tres.
Con entereza total,
Se allanó a perder la vida.
¡Digan si se vio en La Rioja
Una estampa parecida!
Sesenta y cinco veranos
Ya cuenta ese Peñaloza.
Ver su provincia invadida,
El corazón le destroza.
Ya de la riojana sangre,
El suelo nativo entintan.
Las hartas canas al Chacho
En las sienes se le pintan.
Cuando en San Juan, la Victoria
Le mezquinó sus halagos,
Se sintió ese general
Tironeado por sus pagos.
En llegando a Loma Blanca,
Como quién va para Olta,
En el rancho de un tal Oros,
Va a alojarse con su escolta.
El Mayor Pablo Irrazabal
Los desbarata en Caucete,
Va con orden de apretarlos,
Pa′ ver si los somete.
Y respirando rencor,
Con una saña de fiera,
Para perseguir al Chacho,
Destaca a Ricardo Vera.
¿Con qué ánimo ha de ver éste,
Comisión que se le cuadre,
Si el general Peñaloza
Era su amigo y compadre?
Más bien iba, por si acaso,
A pactar la rendición,
Por si ese Chacho,
Acatara la fuerza de la nación.
Bajo una lluvia finita
Con su gente, llega Vera,
Desmonta y en un abrazo
Con el Chacho se entrevera.
Y allí le dice: - Compadre,
Su causa, es causa perdida.
Si usted se rinde al gobierno,
Yo le aseguro la vida.
Ponga fin a sus trabajos
Entre gente montonera.
Entréguese a la nación,
No es una fuerza extranjera -.
Como mirando a lo lejos
Queda el Chacho fijamente
En su catre de algarrobo,
Mateaba tranquilamente.
Por fin, por segura prenda
De aquel pacto tan sencillo,
En señal de acatamiento,
Ha entregado su cuchillo.
Ya la mucha edada al Chacho,
Su brío porfiado vence.
Ya con aquellas razones,
Su compadre lo convence.
Un tal Regalado Campos,
Chasca en esa situación,
Va a dar a aquel Irrazabal
Parte de la rendición.
Más llega el dicho Irrazabal,
Con toda la rabia junta
Y sin desmontar, a Vera,
- ¿Cuál es el Chacho? -, pregunta.
Y al saberlo, allí, nomás,
Ciego de fiera venganza,
Se le viene a Peñaloza,
Y de un lanzazo lo avanza.
Rendido de buena fe,
Pues hasta entregó el cuchillo,
En semejante ocasión,
¿Qué iba a hacer ese caudillo?
En mentira y felonía
Todo se le trueca - pienso -
Por darle seguridad,
Lo lancean indefenso.
Mudos quedan de sorpresa,
Quienes lo están contemplando,
Se le hundió hasta la moharra,
Y el asta quedó temblando.
Todavía moribundo,
Pudo, firme, ser oído:
- ¡Cobarde! -, murmura el Chacho,
- ¡Matar a un hombre rendido! -.
Allí lo dejan, después de semejante atropello.
Tiene la boca entreabierta,
Tiene un rosario en el cuello.
Como una tigra, llorando
De pena que la acongoja,
Ciego de dolor, la Vito
Con furia se les arroja.
Alguno, más comedido,
De un talerazo la acuesta,
Cuando ese Pablo Irrazabal
Suelta su rabia funesta,
Y señalándolo al Chacho,
Doblado en sus estertores,
Grita, ese mayor sin hiel:
- ¡A ver! ¡Cuatro tiradores! -.
En un orcón de algarrobo,
El Chacho queda sujeto.
¡Ya le pegan cuatro tiros!
¡Ya el crimen está completo!
Y para que haya, señores,
De todo, como en botica,
A la cabeza del Chacho,
La exponen en una pica.
¡Lindo es salirle a la muerte
En cualesquier entrevero!
¡Pero otra cosa, es que a un hombre,
Lo maten como cordero!
¡Ya se acabó Peñaloza!
¡Ya lo pudieron matar!
Tengan cuidado, señores,
¡no vaya a resucitar!
La muerte de Peñaloza.
Desarmado lo mataron,
Así, nomás, es la cosa.
(Romance)
Yo he visto gemir al tigre,
Y vi llorar al quebracho,
Han de dejar que les cuente
Cómo mataron al Chacho.
Como varón se sostuvo
De la cabeza a los pies,
Finó el doce de noviembre
Del año sesenta y tres.
Con entereza total,
Se allanó a perder la vida.
¡Digan si se vio en La Rioja
Una estampa parecida!
Sesenta y cinco veranos
Ya cuenta ese Peñaloza.
Ver su provincia invadida,
El corazón le destroza.
Ya de la riojana sangre,
El suelo nativo entintan.
Las hartas canas al Chacho
En las sienes se le pintan.
Cuando en San Juan, la Victoria
Le mezquinó sus halagos,
Se sintió ese general
Tironeado por sus pagos.
En llegando a Loma Blanca,
Como quién va para Olta,
En el rancho de un tal Oros,
Va a alojarse con su escolta.
El Mayor Pablo Irrazabal
Los desbarata en Caucete,
Va con orden de apretarlos,
Pa′ ver si los somete.
Y respirando rencor,
Con una saña de fiera,
Para perseguir al Chacho,
Destaca a Ricardo Vera.
¿Con qué ánimo ha de ver éste,
Comisión que se le cuadre,
Si el general Peñaloza
Era su amigo y compadre?
Más bien iba, por si acaso,
A pactar la rendición,
Por si ese Chacho,
Acatara la fuerza de la nación.
Bajo una lluvia finita
Con su gente, llega Vera,
Desmonta y en un abrazo
Con el Chacho se entrevera.
Y allí le dice: - Compadre,
Su causa, es causa perdida.
Si usted se rinde al gobierno,
Yo le aseguro la vida.
Ponga fin a sus trabajos
Entre gente montonera.
Entréguese a la nación,
No es una fuerza extranjera -.
Como mirando a lo lejos
Queda el Chacho fijamente
En su catre de algarrobo,
Mateaba tranquilamente.
Por fin, por segura prenda
De aquel pacto tan sencillo,
En señal de acatamiento,
Ha entregado su cuchillo.
Ya la mucha edada al Chacho,
Su brío porfiado vence.
Ya con aquellas razones,
Su compadre lo convence.
Un tal Regalado Campos,
Chasca en esa situación,
Va a dar a aquel Irrazabal
Parte de la rendición.
Más llega el dicho Irrazabal,
Con toda la rabia junta
Y sin desmontar, a Vera,
- ¿Cuál es el Chacho? -, pregunta.
Y al saberlo, allí, nomás,
Ciego de fiera venganza,
Se le viene a Peñaloza,
Y de un lanzazo lo avanza.
Rendido de buena fe,
Pues hasta entregó el cuchillo,
En semejante ocasión,
¿Qué iba a hacer ese caudillo?
En mentira y felonía
Todo se le trueca - pienso -
Por darle seguridad,
Lo lancean indefenso.
Mudos quedan de sorpresa,
Quienes lo están contemplando,
Se le hundió hasta la moharra,
Y el asta quedó temblando.
Todavía moribundo,
Pudo, firme, ser oído:
- ¡Cobarde! -, murmura el Chacho,
- ¡Matar a un hombre rendido! -.
Allí lo dejan, después de semejante atropello.
Tiene la boca entreabierta,
Tiene un rosario en el cuello.
Como una tigra, llorando
De pena que la acongoja,
Ciego de dolor, la Vito
Con furia se les arroja.
Alguno, más comedido,
De un talerazo la acuesta,
Cuando ese Pablo Irrazabal
Suelta su rabia funesta,
Y señalándolo al Chacho,
Doblado en sus estertores,
Grita, ese mayor sin hiel:
- ¡A ver! ¡Cuatro tiradores! -.
En un orcón de algarrobo,
El Chacho queda sujeto.
¡Ya le pegan cuatro tiros!
¡Ya el crimen está completo!
Y para que haya, señores,
De todo, como en botica,
A la cabeza del Chacho,
La exponen en una pica.
¡Lindo es salirle a la muerte
En cualesquier entrevero!
¡Pero otra cosa, es que a un hombre,
Lo maten como cordero!
¡Ya se acabó Peñaloza!
¡Ya lo pudieron matar!
Tengan cuidado, señores,
¡no vaya a resucitar!
Writer(s): Juan Cruz Rueda, Dominio Popular Lyrics powered by www.musixmatch.com